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Reyes y Sacerdotes

Estudio 4: Principios de ser ‘reyes’ – La oración del Rey Salomón

En 1 Samuel 8, se narra el momento en que el pueblo de Israel presentó al profeta su deseo de tener un rey (v.5): “…danos ahora un rey que nos juzga, como tienen todas las naciones.”

Hasta ese día, Israel había tenido un gobierno teocrático. Dios les gobernaba directamente a través de sus delegados quienes le consultaban todas sus decisiones y dirigían al pueblo de acuerdo con la voluntad de Dios. Pero Israel no era el único pueblo en la tierra. Tenía vecinos poderosos, cuyo gobierno era monárquico. Tenían un rey. El deseo de ser como las demás naciones se hizo fuerte. No querían ser diferentes. Sus mentes borraron el momento en que Dios les habló diciéndoles: 

“Os tomaré como mi pueblo y seré vuestro Dios. Así sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios, que os sacó de debajo de las pesadas tareas de Egipto.” (Éxodo 6:7)

“Andaré entre vosotros: seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo.” (Levítico 26:12)

“Porque tú eres pueblo santo para Jehová, tu Dios; Jehová, tu Dios, te ha escogido para que le seas un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.7»No por ser vosotros el más numeroso de todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos, 8sino porque Jehová os amó y quiso guardar el juramento que hizo a vuestros padres; por eso os ha sacado Jehová con mano poderosa, y os ha rescatado de la servidumbre, de manos del faraón, rey de Egipto.” (Deuteronomio 7:6-8)

En aquel momento, Israel no atesoró estas palabras. Samuel consultó a Jehová y le advierte al pueblo lo que sucederá cuando tuviesen un rey. Y le aseguró que: “… no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.” (1 Samuel 8:7)

La motivación de esa demanda no nació del corazón con propósito de mejorar su calidad de vida y de tener un gobierno visible, organizado por ellos, sino que nació del deseo de ser como las demás naciones.  Habían dejado a Dios.  

Siglos después, en una pequeña aldea, Belén, nació el Rey y Señor de Señores – Jesús.  Vino en misión especial: la de reconciliar al hombre con Dios.  Después de su crucifixión fue puesto en la tumba y resucitó al tercer día.  Luego se formó un cuerpo: la iglesia.  Ese cuerpo es el pueblo del Señor, las ovejas de su prado seguro bajo su reinado.

La ley del rey

No es que el tener un rey fuera malo.  La ley anticipa que el pueblo deseará un rey, como las otras naciones, como realmente sucederá con el paso del tiempo (1 Samuel 8:5). El pensamiento en Deuteronomio es que Dios es el rey de Israel. Esto es lo que se nos dice en Deuteronomio 33:5. Cuando Dios mismo expresa que la petición de Israel es un rechazo a él de ser su rey (1 Samuel 8:7), podía haber estado criticado únicamente el espíritu de la petición, dejando así abierta la puerta para su rey (David). 

Según Deuteronomio, el rey de ninguna manera sería como los reyes de otras naciones. Es escogido por Dios. 

Este deberá ser un hermano en Israel (v.15) y, por lo mismo, esencialmente igual a los otros israelitas. No deberá aprovecharse de su posición a fin de enriquecerse, formar grandes ejércitos o tener muchas mujeres. Israel no deberá imitar la tiranía de Egipto. El rey ideal deberá ser un estudiante de la ley de Dios (vs.18–20). El reconocerá que Dios es el verdadero rey de su pueblo, y no va a ostentar su oficio con orgullo o ambición.

La división y ruina de una nación

Nunca es agradable recordar o hablar de las tragedias de nuestra vida. Esto se debe a que a veces son situaciones desesperadas, tristes, dolorosas o vergonzosas. Los libros de 1 y 2 Reyes no son la excepción, ya que narran la división y ruina de una gran nación, Israel. Por lo tanto, aunque los libros contienen dolorosos recuerdos para el pueblo de Dios, es necesario estudiarlos para aprender cuáles fueron los errores que ellos cometieron y para ayudarnos a nosotros a evitarlos. 

En el relato del reinado del gran rey Salomón, hijo de David, sabemos que al principio siguió las instrucciones y consejos de su padre. Fue fiel a Dios y construyó el gran templo de Jerusalén dándole un esplendor tan grande que fue la admiración de todo el pueblo de Israel y también de cuantos extranjeros acudían a él para contemplar tal magnificencia.

Salomón, bueno, inteligente, sabio como ningún otro hombre de su tiempo, en lugar de reconocer humildemente que todos estos dones tan extraordinarios que poseía procedían de su Dios, Señor y Creador, dejó que poco a poco anidara en su corazón “el orgullo, raíz de todo pecado”. Se hace suyas estas extraordinarias capacidades y se degrada entregándose a los placeres que le sirven en bandeja sus grandes riquezas. Se entrega en brazos de mujeres idólatras. Y llevado de sus pasiones ya totalmente en desorden, le da la espalda a su Dios, llega, como estas mujeres, a la idolatría. Rechazó voluntariamente los consejos y la santidad de su padre el rey David quien puso en sus manos un gran imperio.

Motivo al gran pecado de Salomón esto da lugar al gran castigo de Dios, el reino de Israel unido, poderoso y en paz y prosperidad se desmorona y se divide en dos partes: 

  • el reino del Norte, Israel, cuya capital se establece en Samaria y 
  • el reino del sur, Judá, cuya capital es Jerusalén. 

Esta triste separación, que llevará a trágicas consecuencias mas adelante, se establece durante el reinado de Roboam, hijo de Salomón, tal como el Señor ya lo había comunicado al mismo rey (I Reyes 11:11-13).

 Saúl

David

Salomón

Reino del Norte (Israel)  Reino del Sur (Judá)

Jeroboam                      Roboam

Nadab.           Abías

Baasa             Asa

I                              I

A pesar de los fracasos de muchos de los reyes, hay éxitos también. En nuestro estudio vamos a escoger dos ejemplos positivos en las vidas de dos reyes separados por muchos años. Estos nos ayudarán entender la gran responsabilidad que tenemos identificados como “reyes” en el Nuevo Testamento.

La dedicación y oración de Salomón (2 Crónicos 6)

Siete años y medio tardó la construcción del gran templo a Dios. Se efectuó el traslado del arca y la presencia de Dios apareció en una nube. La presencia del Señor, representada en una nube, llena el lugar donde los sacerdotes ministraban, en señal de aprobación. El Señor estaba agradecido con esta casa y con el cumplimiento de la promesa del Rey David a través de su hijo Salomón. Esta fue una de las ceremonias más emocionantes que tuvo la nación de Israel. El Rey Salomón, al ver la presencia del Señor que llenaba el templo, dio un discurso a todo el pueblo que se había reunido, en el cual reconoce que Dios es el Dios del pacto, que cumple sus promesas, y por esa inmutabilidad de su eterno consejo le ha concedido a Salomón construir el tempo o la casa para Jehová.

Luego de ofrecer este sentido discurso, Salomón sube a un estrado de bronce que había hecho, en el cual se arrodilla extendiendo sus manos al cielo, en medio de toda la congregación y eleva la oración que empezaremos a estudiar.

Salomón comienza esta oración reconociendo las promesas de Dios a su padre David, para que nunca faltase un hombre que se sentara sobre el trono de Israel. Este tema del reinado transcurre a través de todo el Antiguo Testamento. Cuando leemos acerca de los reyes, debemos de recordar siempre de que esto refleja lo que el Nuevo Testamento nos enseña de que Dios ha llamado a cada hombre y mujer a ser un rey en Cristo.

En todas las Escrituras encontramos la combinación unida de la promesa divina y la respuesta humana. Debemos ser obedientes a la palabra de verdad, y esa obediencia dará lugar al cumplimiento de la promesa divina. 

La dedicación y oración de Salomón (1 Reyes 8)

Después de una lectura de la oración de Salomón en 1 Reyes 8:12-53 sabemos que:

  • Es una oración, y una petición, dirigida a Dios (1 Reyes 8:10-11,23). No es un discurso al pueblo de Israel. 
  • La oración está formada y guiada en la Ley de Moisés: 
    • El enemigo vencido 8:33-34 Deuteronomio 28:25
    • El hambre en la tierra 8:35-40 Deuteronomio 28:23-24
    • La cautividad en otro país 8:46-51 Deuteronomio 28:36-37, 63-68.
  • La dedicación anima al pueblo de Dios, y a los gentiles, a poner en práctica la oración. Se puede hallar la palabra “oración” o “orar” 17 veces en 1 Reyes 8.
  • Es una oración por cumplimiento de las promesas 1 Reyes 8:20-21,56 a Abraham y David: 
    • Génesis 12:1-3 con 1 Reyes 8:41-43. 
    • Génesis 15:18-21, Deuteronomio 11:24 y Josué 1:4 con 1 Reyes 4:21.
  • La oración anticipa el cumplimiento completo del pacto de Dios con David 8:24-26.
  • Salomón entiende que la presencia de Dios no está limitada a un edificio: 1 Reyes 8:12-13, 27 con Hechos 7:45-50.

Las ocho peticiones

La oración de Salomón consiste de ocho peticiones grandes y de área amplia que conciernen al templo y al lugar de la oración en la vida del pueblo de Israel. Vamos a leer a través de esta oración y comentar acerca de estas peticiones. 

Los judíos tenían que ponerse de cara al templo cuando oraban, no importaba donde estuvieren en la tierra. (Los mahometanos miran hacía la Meca cuando oran.) Para los creyentes en Cristo los edificios de la iglesia no son las “moradas de Dios” porque no importa donde nos reunimos como hermanos y hermanas en Cristo. Jesús dijo, «donde dos o tres [dos o trescientos] están reunidos, ahí estoy Yo en medio de ellos,» (Mateo 18:20). 

Salomón comienza esta oración reconociendo las promesas de Dios a su padre David, para que nunca faltase un hombre que se sentara sobre el trono de Israel. Este tema del reinado transcurre a través de todo el Antiguo Testamento. Cuando leemos acerca de los reyes, debemos de recordar siempre de que esto refleja lo que el Nuevo Testamento nos enseña de que Dios ha llamado a cada hombre y mujer a ser un rey en Cristo.

En todas las Escrituras encontramos la combinación unida de la promesa divina y la respuesta humana. Debemos ser obedientes a la palabra de verdad, y esa obediencia dará lugar al cumplimiento de la promesa divina. 

La dedicación y oración de Salomón (1 Reyes 8)

Después de una lectura de la oración de Salomón en 1 Reyes 8:12-53 sabemos que:

  • Es una oración, y una petición, dirigida a Dios (1 Reyes 8:10-11,23). No es un discurso al pueblo de Israel. 
  • La oración está formada y guiada en la Ley de Moisés: 
  • El enemigo vencido 8:33-34 Deuteronomio 28:25
  • El hambre en la tierra 8:35-40 Deuteronomio 28:23-24
  • La cautividad en otro país 8:46-51 Deuteronomio 28:36-37, 63-68.
  • La dedicación anima al pueblo de Dios, y a los gentiles, a poner en práctica la oración. Se puede hallar la palabra “oración” o “orar” 17 veces en 1 Reyes 8.
  • Es una oración por cumplimiento de las promesas 1 Reyes 8:20-21,56 a Abraham y David: 
  • Génesis 12:1-3 con 1 Reyes 8:41-43. 
  • Génesis 15:18-21, Deuteronomio 11:24 y Josué 1:4 con 1 Reyes 4:21.
  • La oración anticipa el cumplimiento completo del pacto de Dios con David 8:24-26.
  • Salomón entiende que la presencia de Dios no está limitada a un edificio: 1 Reyes 8:12-13, 27 con Hechos 7:45-50.

Las ocho peticiones

La oración de Salomón consiste de ocho peticiones grandes y de área amplia que conciernen al templo y al lugar de la oración en la vida del pueblo de Israel. Vamos a leer a través de esta oración y comentar acerca de estas peticiones. 

Los judíos tenían que ponerse de cara al templo cuando oraban, no importaba donde estuvieren en la tierra. (Los mahometanos miran hacía la Meca cuando oran.) Para los creyentes en Cristo los edificios de la iglesia no son las “moradas de Dios” porque no importa donde nos reunimos como hermanos y hermanas en Cristo. Jesús dijo, «donde dos o tres [dos o trescientos] están reunidos, ahí estoy Yo en medio de ellos,» (Mateo 18:20). 

Un repaso de las peticiones:

2 Crónicas 6:18. Dios habita con los hombres. Deja bien claro lo que Salomón entiende de cómo Dios habita “con los hombres sobre la tierra”. Tarde o temprano tenemos que aprender que va a ver periodos de espera en los que no siempre nos vamos a entender. Van a suceder respuestas inesperadas, van a ocurrir negaciones aparentes de parte de Dios, en un esfuerzo para probarnos y fortalecernos. Aún a pesar de  todo esto habrá un sentido de crecimiento de la fidelidad de Dios a sus promesas. Así que esta es la primera petición de Salomón, consciente de la realidad de la oración, de que Dios contesta los lamentos y peticiones de su gente. 

2 Crónicas 6:22-23 La administración de justicia. Esto refleja la situación de un hombre que tiene problemas con sus vecinos. Este ha hecho algo malo, y jura que es inocente. Esta fue la base de las palabras de nuestro Señor en el Sermón del Monte cuando dijo, «No juren, ni por el cielo ni por la tierra, sino que sus si sea si y su no sea no,» (Mateo 5:34-26). Deja que tu si sea si y tu no sea no y deja que eso sea suficiente, esto lo dijo él. En otras palabras, Salomón está orando para que reconozcamos que en el templo, el lugar donde mora Dios, el cual somos nosotros, estamos en contacto con lo más sagrado en la tierra. 

2 Crónicas 6:24-25. La derrota en la guerra.  «Si confesamos nuestros pecados, él es fiel para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad,» (1 Juan 1:9). «Si confesamos nuestros pecados.»  Los admitimos y reconocemos que Dios sabe como solucionarlos. Sabemos que él nos limpiará a nosotros. Esta es la provisión de la oración en lugar de la derrota. 

2 Crónicas 6:26-27. El problema de la sequía. Aquí el problema es uno de la sequía que nace del pecado de una nación que había sido tolerada por mucho tiempo y se le había excusado. Una de las formas que Dios llama la atención de la gente fue limitar la lluvia. Lo mismo pasa en la vida individual. Santiago nos dice, «Acércate a Dios y él se acercará a tí,» (Santiago 3:8). Esta es la formula mas simple que conozco para la recuperación de un periodo de esterilidad y sequía. 

2 Crónicas 6:28-31. La escasez por diferentes causas. A menudo el pecado está tan cerca de nosotros que ni lo reconocemos. Dios despierta nuestra inquietud y llama nuestra atención en cierta forma de calamidad, o alguna amenaza para nosotros. La petición en la oración que Salomón está haciendo aquí, por lo tanto, es que podamos entender el significado detrás de algunas de estas pruebas y aflicciones en nuestra vida y responder en una manera apropiada para que Dios la use para nuestro beneficio. 

2 Crónicas 6:32-33. El extranjero que busca a Dios. Nuestro Señor limpió el templo, cuando tomó un látigo hecho de cuerdas y volcó las mesas y hecho fuera a los cambiadores de dinero, diciendo. «Está escrito, mi casa será casa de oración para todas las naciones» (él está citando de estás mismas palabras), «pero ustedes la han hecho una cueva de ladrones,» (Mateo 21:13; Marcos 11:17). La adoración a Dios no es solamente para los judíos. Debemos de estar conscientes y considerados con ellos y sus necesidades para que puedan ver la belleza de las vidas sometidas a Dios, y se conviertan y se acerquen a Su Hijo.

2 Crónicas 6:34-35.  La “cruzada” justa. Esta es una oración que reconoce la presencia de Dios, y que nos ánima a obtener nuevos entendimientos para atacar las ciudadelas del mal que nos rodean. Tensiones raciales, aumento en crimen, desintegración de la familia, tráfico de drogas,– estos son las fuerzas de la maldad que pueden ser acometidos  por aquellos que conocen al Señor. 

2 Crónicas 6:36-39. El pecado que lleva al exilio. ¿Cuantas personas conocemos que están cautivas debido a los vicios de hoy día? El pecado los ha llevado a un país extraño. Quizás alcoholismo, ha cautivado a algunos a la bebida, esto sabotea todas las buenas intenciones, y todos los esfuerzos para recuperarse. ¿La codicia ha aprisionado el corazón? ¿El dinero es nuestro dios?

El consejo del Rey Salomón

  • Comuníquese con Dios con todo su corazón. 
  • Preséntese delante de él y ruegue por su misericordia y por su gracia. 
  • Busque su rostro cada día y su respaldo. 

Oremos para que seamos gente de oración, niños y niñas, hombres y mujeres para aprender a orar, y para aprender a comunicarnos con el Dios de Gloria, para que haya en el lugar de la oración la contestación a las necesidades personales que nos afligen día a día. 

Cuando Salomón terminó su oración, el fuego de Dios bajó del cielo. Dios contestó maravillosamente y apoyó la oración de este gran rey de Israel, demostrando visiblemente que él tenía el poder, los recursos y el amor para contestar estas peticiones. 

Sobre la oración (Mateo 6:5-15)

Jesús asegura que cuando oramos, no tenemos que ser como los hipócritas y tampoco tenemos que usar vanas repeticiones. ¿Cómo oran los hipócritas? Están de pie en las sinagogas o en las esquinas de las calles. No hay nada de malo en orar así. Pero Jesús descubre su verdadera motivación. Se convierte en un despliegue ostentoso. 

Igualmente, Jesús prohíbe vanas repeticiones que incluye toda clase de oración con los labios cuando la mente no está enfocada. La cláusula, por su palabrería nos presenta otro punto de vista.  La atención no se dirige a la “repetición” (según algunas versiones sugieren), sino al tipo de oración que no tiene significado alguno y que es sólo un murmullo. Es la actitud en la oración del que piensa que Dios nos tiene que atemorizar para que nos oiga. La verdadera oración no es un término técnico sino el fruto de nuestra relación con Dios. 

El llamado “Padrenuestro” fue dado por Jesús como un modelo de la oración cristiana genuina. Mateo 6:9 dice que la dio como un modelo para seguir. Aquí les ofrecemos un análisis de la oración. Jesús se inspiró con toda seguridad  en el Antiguo Testamento. Encontramos muchos ejemplos de cada frase del Padrenuestro en las Escrituras hebreas. Por ejemplo:

En la oración de Jesús se ve, en contraste con el egoísmo, que el interés primordial es la gloria de Dios. En contraste con las frases elocuentes, expresa una dependencia reflexiva en el Creador de todas las cosas.

Recordemos que “hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el cual se dio a sí mismo en rescate por todos”, Pablo termina explicando el resultado práctico de entender la obra de Cristo: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar… sin ira ni contienda” (1 Timoteo 2:5-8). Apreciar realmente que Cristo es nuestro Gran Sumo Sacerdote personal para ofrecer poderosamente nuestras oraciones a Dios debería inspirarnos a orar regularmente con fe. Sin embargo, la oración no debe ser solamente ‘una lista de necesidades’ presentadas a Dios; dar las gracias por los alimentos, por mantenernos a salvo en nuestros viajes, etc. debería ser una parte importante en nuestras oraciones.

Presentar nuestros problemas ante Dios en oración, debería, por sí mismo, darnos una gran sensación de paz: “Sean conocidas vuestras peticiones [nada es demasiado pequeño para pedirlo en oración] delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (Filipenses 4:6-7).

Si nuestras oraciones están de acuerdo con la voluntad de Dios, estas serán respondidas (1 Juan 5:14). Podemos conocer la voluntad de Dios por medio de nuestro estudio de su palabra, que nos revela su espíritu / mente. Por consiguiente, nuestro estudio bíblico deberá enseñarnos cómo orar y para qué orar, haciendo así nuestras oraciones serán poderosas. Por tanto, “Si… mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho” (Juan 15:7).

Hacia la práctica de la oración

[Referencia: Watchman Nee: “aguas Vivas” Una revista para todo cristiano · Nº 9 · Mayo – Junio 2001]

“El ejercicio eficaz de la oración requiere del cumplimiento de ciertos requisitos tanto espirituales como prácticos. Todo creyente debe atenderlos desde el principio de la vida cristiana; si los descuida, corre el riesgo de no llevar fruto. He aquí una enseñanza básica y eminentemente práctica sobre la oración… 

La oración puede considerarse el tema más profundo y a la vez el más sencillo. Es tan insondable que algunos nunca han orado como es debido a pesar de haber oído acerca de la oración toda su vida. Muchos hijos de Dios tienen el sentir de que jamás aprendieron a orar. Sin embargo, la oración es algo tan sencillo que tan pronto una persona cree en el Señor puede empezar a orar, y sus oraciones son contestadas. Si usted tiene un buen comienzo en su vida cristiana, siempre recibirá respuesta a sus oraciones…

Pedir

Todas nuestras oraciones deben ser peticiones genuinas delante de Dios… Si oramos sin esperar respuesta, como si fuese un ritual, no obtendremos respuesta. El Señor dice: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá” (Mt.7:7). Él quiere saber lo que uno quiere y pide específicamente. Sólo así Él se lo podrá dar. Esto es lo significa “Buscad” y “Llamad”… 

El creyente debe aprender a orar con un objetivo concreto. “No tenéis, porque no pedís” (Stgo.4:2)… Debemos aprender a ser específicos en la oración y saber cuándo Dios contesta nuestras oraciones y cuándo no.

No pedir mal 

Hay una segunda condición al orar y es que no debemos pedir mal. “Pedís, y no recibís, porque pedís mal” (Stgo.4:3). No debemos orar sin dirección y sin control, ni pedir mal o descuidadamente ni pedir cosas innecesarias o que agraden a nuestra carne, ya que si lo hacemos, nuestras oraciones serán vanas.

Pedir mal significa solicitar más de lo que uno necesita o puede contener. Si uno se halla en una necesidad seria, está bien que pida a Dios que la resuelva, pero si no tiene ninguna necesidad, y pide cosas a Dios, está pidiendo mal. Sólo se debe pedir de acuerdo con la capacidad y necesidad de cada uno. 

Quitar de en medio los pecados

Algunos no reciben respuesta a sus oraciones debido a que algún pecado se interpone entre ellos y Dios. El salmo 66:18 dice: “Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, el Señor no me habría escuchado.” Si una persona está consciente de ciertos pecados y no está dispuesta a dejarlos, el Señor no le contestará las oraciones que haga. El Señor puede compadecerse de nuestra debilidad, pero no permitirá que abriguemos iniquidad en nuestro corazón.

En Proverbios 28:13 dice: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” Uno debe confesar los pecados y también pedir al Señor ser librado de ellos.

Creer

Por el lado positivo, la condición indispensable para que nuestra oración halle respuesta es la fe, ya que sin ésta la oración es ineficaz. “Todo cuanto pidiereis en oración, creed que lo recibisteis ya, y lo tendréis” (Mr.11:24.V.M.). Aquí no dice: “Creed que lo recibiréis”, sino “que lo recibisteis ya”. Creer es tener la certeza de que Dios ya respondió nuestra oración, y no la convicción de que Dios responderá nuestra oración. La fe genuina se expresa con la expresión hecho está, y con agradecer a Dios por haber respondido nuestra oración.

La práctica de la oración

Cada creyente debe hacer una libreta de oración cada año para anotar en ella sus oraciones, como si se tratara de un libro de contabilidad. Cada página debe tener cuatro columnas. En la primera anotará la fecha en la cual empezó a orar por algo; en la segunda, el objeto por el cual ora; en la tercera, la fecha en la cual recibe respuesta a la oración; y en la cuarta, debe dejar constancia de la manera en que Dios contestó la oración. Entonces, el creyente se dará cuenta cuántas cosas ha pedido, cuántas el Señor ha respondido, y cuántas están pendientes.

La ventaja de anotar toda esta información en un solo cuaderno es que nos muestra si Dios contesta nuestras oraciones o no, porque cuando Dios se detiene, debe de haber alguna razón para que esto suceda…

Las oraciones en que pide luz, vida y gracia y dones para la iglesia, son oraciones que se dirigen a temas generales, no es necesario clasificarlas con nuestras oraciones específicas. Debemos orar diariamente por estas grandes cosas.”

Una sola posición física se describe en estos ejemplos, a saber: orar “puestos de rodillas”. 

Cualquier contacto físico que hubiese entre las personas que oraban juntas se daba, según estos ejemplos, después de la oración y no durante el acto de orar. 

¿Por qué no hubo contacto físico entre los creyentes del primer siglo cuando oraban juntos? ¿No permite que lo carnal o lo material le distraiga?

¿Por qué se alejaba Cristo de los apóstoles y de las multitudes para orar aparte? Obviamente, porque la oración es, tal y como lo enseña Cristo mismo, un acto muy personal y espiritual, realizado mejor estando el que ora a solas.

¿Cuál es su opinión?

El consejo de un predicador es así:

“Ya que se relata estos detalles, pero nada se dice sobre cogerse de las manos, se deduce que no se cogieran de las manos durante la oración… El abrazo o el beso entre hermanos de la fe suele durarse un instante, nada más. En cambio, el contacto físico mediante el acto de orar tomados de las manos suele durar el tiempo que dura la oración. Si la oración dura tres minutos, el contacto dura tres minutos; si dura cinco, diez o quince minutos, el contacto físico dura cinco, diez o quince minutos. El prolongado contacto físico de esta índole entre cristianos no es natural, ni conviene.”

Evalúa su vida de oración

¿Puede decir con certeza que cree en Dios?

¿Cree sin ver o tiene que ver para creer?

¿Acostumbra a separar tiempo para hablar con Dios?

¿Cuándo ora, busca a Dios y sus beneficios?

¿Cuándo ora adora a Dios?

¿Lo hace diariamente o en ocasiones?

¿Ora al levantarse en la mañana y cuando se acuesta en la noche?

¿Pone en las manos del Señor cada salida?

¿Lo toma en cuenta cuando tiene que tomar decisiones?

¿Acude a Dios solamente cuando enfrenta algún problema?

¿Orar supone para usted un sacrificio, es un deleito o una rutina?

¿Cree ciertamente que Dios escucha sus oraciones?

Cuándo le pide a Dios ¿espera recibir, o duda?

¿Pide a Dios por sus asuntos solamente, o intercede por otros?

¿Considera que su vida de oración debe ser restaurada o mejorada?

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